Perú viste al mundo con su legado milenario
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Siete mil años de tradición textil ponen hoy al Perú en una posición privilegiada dentro de la industria de la indumentaria y la decoración.
Los primeros vestigios de civilización en territorio peruano datan de hace más de cinco mil años. Excavaciones en el valle de Supe, al norte de Lima, descubrieron no solo construcciones sagradas en la ciudadela más antigua de América, Caral, sino también una serie de objetos utilitarios, cerámicos y piezas textiles de gran calidad y en excelente estado de conservación que nos llevan a reconocer cómo se conformaba la sociedad de aquella época. La vestimenta comunicaba y diferenciaba.
Tejido y orfebrería ancestrales
Algodón y fibra de alpaca –un camélido que fue domesticado a partir de la vicuña– fueron las principales materias primas para una actividad practicada por artesanos cuyos conocimientos y técnicas se transmitían de generación en generación.
Los mantos de la cultura Paracas, que surgió mil quinientos años antes que el Imperio inca, ostentan la maestría alcanzada por los tejedores del pasado. En sus diseños se pueden apreciar la interpretación que tenían del mundo. Aún hoy es posible apreciar las depuradas técnicas aplicadas en su manufactura y los colores lucen tan radiantes como en la época en que cubrían a sus dueños. El secreto, aseguran los expertos, fue el uso de tintes que eran obtenidos de fuentes vegetales, minerales y animales, y sometidos a complejos procesos de acondicionamiento para su uso.
Los moches, por su parte, alcanzaron niveles extraordinarios en la elaboración de ornamentos de oro, plata y cobre, acompañados de piedras preciosas y semipreciosas, plumas de aves amazónicas y corales. Utilizaron técnicas como el laminado, el martillado, el alambrado y la soldadura. Un vistazo a la tumba del Señor de Sipán y a la Señora de Cao es suficiente para saber que los predecesores de los incas ya sabían cómo adornarse con lujo y estilo.
Herencia incaica para el mundo
Los incas tomaron lo mejor de cada cultura que conquistaron y lo perfeccionaron, con lo cual hicieron posible que actividades como la textilería se enriqueciera con aportes provenientes de todo el Tahuantinsuyo. Sus mantos funerarios, unkus (túnicas), vinchas (bandas) y chumpis (cinturones) determinaban el rango y la situación social. Las mamaconas confeccionaban estas prendas en los aclla huasis, que eran talleres para actividades productivas hechas solo por las mujeres.
Han pasado los siglos, pero algo sigue en pie: los textiles peruanos siguen provocando admiración. Hoy esta herencia de tradición, riqueza creativa y técnica permanece en la sangre de los peruanos. Nuestra industria está preparada para vestir a los consumidores más exigentes alrededor del mundo.