Pastorita Huaracina y el sueño de un Perú unido
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Fue una de las máximas representantes de la música en nuestro país.
María Dictenia Alvarado Trujillo solía subir al escenario vestida de colores y también luciendo algunos de nuestros símbolos patrios, porque no solo le cantaba a su natal Áncash, también lo hacía para todo el Perú. Es por ello que las personas que asistían a los coliseos se unían al ritmo de sus huaynos en quechua y castellano, porque Pastorita Huaracina no sólo fue su nombre artístico, también fue el clamor de igualdad para los pueblos y de un Perú unido.
“Mi madre se anticipó a su época”, comenta Luz Elena Romero Alvarado, hija de la artista nacional. Cuando ella empezaba su carrera musical, aún no existía un camino para la música del interior del país. Fue el esfuerzo de varios legendarios artistas como Trovador Andino, Flor Pucarina, Jilguero del Huascarán o Picaflor de los Andes, quienes junto a la exponente ancashina se abrieron paso solo con esfuerzo y su voz.
Pastorita Huaracina fue parte de aquella época en la que aún no era posible acceder a radios o tocadiscos en las fiestas locales, por ello su puesta en escena, como la de sus colegas, fue trascendental. Así se hicieron eternos los temas de “El Borracho”, “Mujer Andina”, “Quisiera Quererte”, “En el cielo las estrellas”, y tantas otras canciones como aquellas inspiradas en la laguna Conococha, el callejón de Huaylas o la Cordillera Blanca, y a los pueblos de Puerto Santa, Guadalupito y Chimbote, de su querida tierra ancashina.
Sin embargo, uno de sus más grandes logros lo obtuvo recorriendo y conociendo el país. “Ella viajaba a diferentes departamentos. Cuando estaba en el sur cantaba un huayno ayacuchano, pampeña arequipeña, yaraví; en el centro una tunantada o mulizas”, continúa Luz Elena, sobre aquel esfuerzo que hizo su madre. “Ella recoge todas esas vivencias musicales de los pueblos y luego llega a los coliseos. Ahí encuentra a todo un conjunto de personas de provincias quienes se resisten a que les desgarren su identidad”, añade. Pastorita Huaracina era de Áncash, pero también le cantó al centro y sur del Perú.
Si bien no culminó sus estudios escolares, quienes la conocieron dieron fe de su gran capacidad intelectual. “Mi madre fue una mujer lectora, informada y que recogía el conocimiento de aquellas personas que sabían más que ella”, continúa Luz Elena. Fue a través de estos saberes que ella pudo entender mejor la realidad del país y así darle un enfoque propio a su música. “Hizo que su arte no sólo sea para el baile o distraerse un poco, que estaba bien, pero buscó siempre algo más. Para mi madre la música fue una herramienta de lucha, de mensaje para las mujeres y los trabajadores”, asienta Luz Elena.
Pastorita Huaracina, además de cantautora, también fue comunicadora, gestora cultural, productora y conductora de radio. Su legado, más que impresionante, es rico en historia y tradición de diferentes regiones del Perú, porque ese fue su más grande sueño, “cantarle al Perú porque es peruana, y que sólo si estábamos unidos podíamos avanzar como país”, sentencia Luz Elena.
Créditos miniatura: Cortesía Luz Elena Romero Alvarado
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