Kusi Rosales: una estocada de resiliencia
Síguenos en:Google News
Cuando Kusi Rosales era niña, pensaba que la esgrima era una forma sofisticada de esconderse. Había algo en la máscara, en la rigidez del uniforme, que le permitía sentirse segura. En su colegio, el 10 de Octubre, vio a unos chicos practicar con sus floretes y supo de inmediato que ese era su sitio. No por la adrenalina de la competencia, ni por el prestigio de un deporte con siglos de historia, sino por la tranquilidad de saber que, tras ese velo de malla metálica, podía ser quien quisiera sin que nadie la mirara. No imaginó que, décadas después, la esgrima la llevaría a pelear en las grandes ligas.
A los 35 años, Kusi lleva 25 empuñando un florete. Ha aprendido a moverse con la precisión de un relojero y la velocidad de un auto de Fórmula 1. Su uniforme, que antes sentía como una armadura incómoda, es ahora su segunda piel. Además, a la par, pudo cumplir sus estudios en medicina, haciendo sus prácticas en la localidad de Paccaypata, en Apurímac. Sin señal digital, aprendió que se puede entrenar con el cuerpo, y que la esencia de la esgrima está en el corazón.
Durante ese año, Kusi corría al amanecer, simulaba desplazamientos en la tierra y ensayaba ataques contra rivales imaginarios. Pero cuando volvió a Lima y se puso la careta de nuevo, el primer asalto le reveló la verdad: no hay sustituto para el combate real. Al día siguiente no podía sentarse del dolor. Todo el esfuerzo físico había servido, pero la esgrima es más que músculos. Es leer al otro, anticiparse a su estrategia desde antes del duelo, decidir en una fracción de segundo si atacar o defender. Y eso no se aprende solo.
La esgrima es una coreografía de inteligencia y control. A diferencia de otros deportes, aquí el error se paga con un golpe en el pecho. En el Serums, Kusi aprendió que lo mismo ocurre con la vida: hay que decidir rápido, confiar en lo que se sabe y adaptarse. No importa si el rival es un oponente en la pista o el silencio de un pueblo remoto, el principio es el mismo: si te quedas quieto, pierdes.
Ahora, cuando entra en competencia, Kusi ya no piensa en la máscara como un escondite. Es un escudo, sí, pero también un espejo. Cada combate es un reflejo de todo lo que ha aprendido. Y mientras más tiempo pasa con el florete en la mano, más claro tiene que la esgrima no fue nunca un refugio, sino una forma de resiliencia.
En competencia
Kusi Rosales será parte de la delegación peruana que, del 21 al 23 de marzo de 2025, participará en el Grand Prix de Florete. Son más de 250 deportistas de cerca de 40 países los que se reunirán en Lima, en el polideportivo 1 y 3 del CAR La Videna, en Lima. Esta es una de las más importantes competiciones en este deporte, que culminará con un show artístico de danzas, realizado por Linaje Peruano, miembros del Programa de Licenciatarios de la Marca País Perú.