¿Te gustan las historias de terror? Te contamos algunos mitos y leyendas de la costa peruana
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Estos relatos cuyos protagonistas son criaturas mitológicas y seres paranormales han sido transmitidos de generación en generación. Aquí, una recopilación de historias que –durante años– le han robado el sueño a más de un peruano.
La Quinta Heeren. Una joya arquitectónica diseñada a fines del siglo XlX por el ingeniero y empresario alemán Óscar Heeren. Está ubicada en el corazón de Barrios Altos (Lima) y su edificación se compone de una serie de casonas de ensueño y calles empedradas que se comunican entre sí con amplios jardines ornamentales: toda una obra de arte de estilo neoclásico. Entre los años 1901 y 1940, albergó las embajadas de Francia, Bélgica, Alemania, Estados Unidos y Japón.
Pero, tras la belleza de sus muros se teje una escalofriante leyenda. En 1928, Seiguma Kitsutani –un comerciante japonés que ocupaba uno de los recintos de la quinta– decidió quitarse la vida agobiado por una mala racha en los negocios.
Según las crónicas de la época, el hombre se suicidó a través del harakiri, un ritual japonés que consiste en quitarse la vida introduciéndose en el abdomen una especie de daga llamada tanto, con la cual se hace un corte de izquierda a derecha con el fin de seccionarse las entrañas. Kitsutani lo hizo en un área del inmueble conocida como el palacete. Desde entonces, se dice que su fantasma ronda por este antiguo conjunto residencial sin poder descansar en paz. La quinta Heeren es un destino clave para los amantes del terror. Durante el año, a través de su cuenta de Facebook, se ofrecen varios tours de día y de noche. Puedes enterarte de los detalles aquí.
Las brujas de Cachiche. Al sur de Lima –precisamente en el departamento de Ica– se encuentra la localidad de Cachiche, o también llamada “El Pueblo de las Brujas”. Dicen los antiguos pobladores que, antaño, Cachiche era el hogar de un grupo de mujeres que poseían poderes sobrenaturales y que eran capaces de curar enfermedades y unir parejas. Una de ellas fue Julia Hernández Pecho. La mujer, cuenta la leyenda, lanzó la profecía de la Palmera de las Siete Cabezas.
¿En qué consistía? Según la supuesta hechicera, cuando reverdeciera la séptima cabeza de una enorme palmera ubicada a pocos metros de la laguna seca del pueblo, la ciudad de Ica quedaría sumergida en agua. Sorprendentemente, sus palabras se hicieron realidad.
En 1998, el famoso río Cachiche se desbordó y dejó inundación y varios damnificados a su paso. Los iqueños estaban a punto de podar la cabeza de la palmera cuando de pronto la inundación cesó. Desde entonces, y por temor a la profecía de doña Julia, los lugareños podan y queman dicha cabeza para evitar que el vaticinio de la bruja vuelva a cumplirse. Al visitar el lugar, se puede encontrar una estatua de este místico personaje. Aún hoy se cree que el bosque de algarrobos del pueblo es el lugar donde las hechiceras descansan convertidas en árboles.
La Piedra del Diablo. Nuevamente el distrito de Barrios Altos es escenario de esta historia que parece superar a la ficción. En el cruce de los jirones Junín y Cangallo se encuentra la popular “Peña Horadada”: una roca grande (de aproximadamente 1 metro de alto) que, tal como su nombre lo indica, posee un orificio en la parte central.
Pero, ¿cuál es el origen de dicho agujero? En un libro de 1872, “Tradiciones peruanas”, escrito por Ricardo Palma, existe una explicación para este hecho. Según el autor, el orificio apareció luego de que el mismísimo diablo –quien merodeaba por las calles del distrito buscando tentar a los devotos católicos– se dio un gran susto al ver que por Cangallo (antes jirón de Los Suspiros) se aproximaba la procesión del Señor de los Milagros, y por Junín, venía en peregrinación la esfinge de la Virgen del Carmen (patrona del distrito).
Al ver que no tenía escapatoria, Satanás habría decidido atravesar la roca y desaparecer. Por años, cuenta la historia, varios gobernadores municipales han querido levantar la piedra, ya que dificulta el paso peatonal. Sin embargo, cada vez que se gestionaba la diligencia, algo la obstaculizaba y es así que la piedra aún yace en su lugar, con el hoyo a la vista.
El boquerón de la Viuda Negra. Es una de las historias urbanas más representativas de la ciudad de Huacho, ubicada al norte de Lima. El boquerón –una estrecha cavidad compuesta por piedras– está ubicado en el puerto. Según la leyenda, cierto día, un grupo de pescadores se encontraba mar adentro cumpliendo con su faena, cuando de pronto se toparon con la figura de una hermosa sirena. Al volver, contaron a sus compañeros lo que habían presenciado, pero el hecho no causó mayor atención. Lo sorprendente e inexplicable vino después. Los pescadores que habían presenciado el suceso fueron desapareciendo uno por uno en altamar. La esposa de una de las víctimas fue en su búsqueda, pero solo encontró las prendas de su amado. Desolada por lo ocurrido, la mujer corrió hacía el boquerón y decidió lanzarse al abismo. Desde entonces, dicen que su espíritu vaga durante las noches en busca de su pareja.
El cerro de La Vieja y el Viejo. En la carretera que une a Motupe con Lambayeque se encuentra una imponente colina de la cual cada año se desprende una cierta cantidad de rocas. El hecho parece rutinario, pero cuentan los lugareños que detrás existe una leyenda misteriosa. Dicen que en dicho cerro vivía una pareja de ancianos y que un día, el mismísimo señor Jesucristo se les apareció y les pidió un poco de agua para saciar su sed. Estos se la negaron, por lo que Cristo decidió convertirlos en montaña. Desde entonces, dicen los pobladores, el cerro no solo deja caer piedras sino que se escucha el lamento de la vieja y el viejo que aún sufren el castigo del hijo de Dios.
Fuente: Canal Ipe/ RPP/ El Comercio/ Radio Capital/ TV Perú/ 15 Minutos/ Huacho en Línea.