Tradiciones del Perú: ¿Por qué los toritos de Pucará se ubican en los techos?
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En el maravilloso grupo de patrimonios materiales que posee el Perú, destacan –por su belleza y legado histórico– sin duda alguna, las artesanías. Impresionantes obras de arte que partieron desde una sencilla materia primera y que hoy deslumbran al mundo por su impresionante técnica y legado ancestral.
Entre ellos, destacan los simpáticos toritos de Pucará, esculturas de cerámica que, tal como su nombre lo dice, toman la silueta de dicho mamífero y son adornados por coloridos trazos y flores, cada uno con un singular significado. El primer ejemplar, según la historia, habría sido diseñado en la región puneña de Santiago de Pupuja.
Diseño
Para su elaboración, los maestros artesanos han empleado diversos materiales a través de los años. Resaltan las macillas hechas con sustancias coloidales –la dolomita y el caolín–, minerales y diversas clases de arcilla, entre ellas la amarilla, gris, rojiza y verde.
Este molido se complementa con tierra refractaria que proviene de la santa localidad de Pucará. Para su cocción, la mezcla es colocada a temperaturas que oscilan entre los 800 y 2000 °C. Toda una magistral técnica que ha sido llevada de generación en generación.
El punto de partida
Existen varias teorías en torno a la creación de los toritos de Pucará. Una de las más representativas atribuye su origen a la época precolombina. Según narra la historia, Pucará sufrió una temporada de fuerte sequía que tenía muy preocupados a sus moradores, el agua escaseaba y poco a poco los pozos que abastecían al poblado se estaban secando.
Ante la necesidad de encontrar una solución, un morador decidió entregar un toro como ofrenda al dios Pachakamaq. Esperanzado en encontrar una solución para su pueblo, subió con el animal hasta el peñón de Pucará. El vacuno puso resistencia y, en ese forcejeo, uno de sus cachos tocó una roca, de la cual comenzó a brotar grandes cantidades de agua, suficientes para que el pueblo no sufriera los estragos de la sequía.
Otra historia hace alusión a la festividad de la Santísima Trinidad. Durante los festejos, que datan de la época de la colonia, se elegían algunos toros para ser marcados, lo cual significa adornar a los animales y después interactuar con ellos en prácticas poco amigables.
Tanto impacto tuvo aquella actividad que los espectadores no dudaron en retratar al animal lleno de accesorios y colores, hasta que este arte se volvió un símbolo clásico de la celebración.
La historia detrás del trazo
Cada diseño del torito de Pucará tiene un significado especial, principalmente relacionado a los vínculos afectivos y a la procreación. El asa ubicada entre la cabeza y el lomo representa la unión de las parejas, y el agujero de la parte superior se vincula a la fecundación.
Los ojos, redondos y con una mirada fija simbolizan la autoobservación y la actitud vigilante del ser humano ante el mundo en el que se desenvuelve. Los llamativos trazos que tiene el torito, muchos de ellos con siluetas espirales y de colores –entre fríos y cálidos– dan fe de lo que serían las vueltas que da la vida del ser humano.
Una energía especial
El torito de Pucará –que se oferta en diferentes tamaños y colores– guarda consigo una especial posición en torno a la dualidad andina. En los techos de las casas de la sierra, es posible observar una pareja de toritos que, a modo de centinelas, aguardan vigilantes e imponentes.
Esto, para los pobladores, tiene un fuerte significado simbólico: representa la unión de energías negativas y positivas, que juntas dirigen la casa hacia el equilibrio. La dupla garantiza felicidad y protección para los moradores de las viviendas.
Fuentes: Canal IPe / Y tú qué planes?