Victoria Santa Cruz, mujer clave en la Historia del Perú
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Su nombre es sinónimo de empoderamiento, no solo femenino, sino ante la discriminación que le tocó vivir. Fue compositora, diseñadora, coreógrafa, folklorista y promotora de la cultura peruana en el mundo. Este 25 de julio conmemoramos el día de la mujer afroperuana con su máxima exponente.
Es dueña de un legado tan grande y completo que es difícil honrar su memoria en pocas palabras. Fue folklorista, compositora, coreógrafa, poeta y diseñadora, pero sobre todo capaz de superar las circunstancias de su tiempo y convertirlas en orgullo. Personaje fundamental de la cultura afroperuana, Victoria Eugenia Santa Cruz Gamarra, mundialmente conocida como Victoria Santa Cruz, nació el 27 de octubre de 1922.
La historia de "la madre de la danza y el teatro afroperuano" está ligada a la de su familia. Octava hija de Nicomedes Santa Cruz Aparicio y Victoria Gamarra -él, dramaturgo; ella, una artista plástica y bailarina de zamacueca y marinera-, Victoria respiró el arte y la cultura desde muy pequeña. Las conversaciones a la mesa de los Santa Cruz giraban en torno a la música, el baile, el teatro y, sobre todo, la peruanidad.
En una entrevista, años más tarde, Santa Cruz describió el momento de su infancia en el que experimentó por primera vez el sufrimiento que sintió cuando sus amigos la rechazaron por sus rasgos africanos. Una nueva chica, rubia y blanca, de su barrio les dijo: "Si la chica negra quiere jugar con nosotros, me voy". Aquel momento la marcó, le hizo preguntarse por su propia identidad desde muy joven. Y fue el inicio de un legado que dura hasta el día de hoy.
Esta temprana exposición a la discriminación, sumada a su vinculación con las artes, llevó a Santa Cruz a crear y participar en musicales como Malató, que la llevarían poco a poco al autodescubrimiento y la recuperación de su cultura, basada en el ritmo interno y lo que ella llamó memoria ancestral. Para el año 1959, a sus 27 años, había fundado, junto con su hermano el decimista Nicomedes Santa Cruz, el grupo teatral Cumanana y compuesto juntos un clásico: el vals “Callejón de un solo caño”.
Su pasión por la danza y la composición musical tuvieron una enorme influencia a lo largo de su vida, en particular mientras estudiaba en el Teatro de las Naciones, en París, gracias a una beca del gobierno francés, en 1961.
UN LEGADO QUE MARCÓ ÉPOCA
A su regreso de París, la distancia con su hermano se empezó a hacer evidente. Victoria y Nicomedes “canalizaron el obstáculo de ser negros”, explica Daniel Contreras, organizador de la exposición ‘Todo es Ritmo’ en 2016. Lo hicieron de manera distinta, sin embargo. Nicomedes optó por llevar su posición a lo político; Victoria, por el lado cultural, a través de la danza y el teatro.
En 1967, ya con una carrera y un camino propio, fundó la compañía Teatro y Danzas Negras del Perú, uno de los grupos que revolucionó la cultura afroperuana, de la que fue directora durante los cinco años de actividad. Desde esta plataforma, Victoria no solo rescató y recreó danzas afroperuanas. Su producción fue un relevante estímulo para las carreras de figuras como Lucila Campos y para la cultura afroperuana en general.
“El arte de Victoria Santa Cruz arranca desde la condición humana. Sus propósitos son los de recrear no solo los aspectos pasados de la situación del negro, sino, especialmente, mostrarlo en sus vivencias actuales. (...) El negro es alegre, tiene la alegría, el ritmo en la sangre, pero no es alegre por la situación en que vive sino a pesar de ella”, relató Winston Orrillo, poeta y periodista que estuvo presente en la primera presentación de la compañía, en el Teatro Segura.
El éxito de la compañía la llevó a presentaciones en todo el mundo. El mayor hito internacional fue su actuación en los Juegos Olímpicos de 1968 en la Ciudad de México. Aquel año, el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas tomaba el poder en nuestro país. Santa Cruz fue nombrada directora de la recién creada Escuela Nacional de Folklore en 1969 y directora del Conjunto Nacional de Folklore, en 1973.
UNA MUJER PARA EL MUNDO
A partir de 1982, Santa Cruz inicia una etapa menos histriónica y más académica. Su experiencia y conocimiento la llevaron a la escuela de teatro de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh, Pennsylvania, primero como profesora invitada y finalmente como vitalicia, hasta 1999. Durante esos años dirigió también talleres de teatro en países tan diversos como Rusia, Israel, Canadá, Dinamarca, España, Italia y Argentina.
A lo largo de su vida, Victoria fundó el eje de su forma de ver la vida en la condición del ser humano insertado en un orden cósmico. “¿Qué cosa tiene el ser humano si no es un aspecto del cosmos? Es muy fácil decir que soy un microcosmos. Si eres un microcosmos descubres las leyes que hay en ti del macrocosmos y entras al sitio que te corresponde”, contaría en una entrevista de 2009, en el programa La Función de la Palabra con Marco Aurelio Denegri.
Victoria Santa Cruz nos dejó el sábado 30 de agosto de 2014. Había vuelto a su Lima natal para pasar sus últimos días rodeada de sus seres queridos. Tenía 91 años. Su velorio en el Ministerio de Cultura fue el último legado de una vida dedicada a llevar en alto el nombre del Perú.
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