Tumbo: una de las frutas peruanas con más vitamina C
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Las tres regiones del Perú atesoran en su suelo un abanico de semillas, verduras y frutas que poseen un poderoso valor nutricional. Entre estas riquezas está el tumbo –o también llamado poro poro– un fruto que crece en la sierra peruana, precisamente en los departamentos de Áncash, Junín, Moquegua y Huancavelica, y cuyas propiedades han sido aprovechadas desde la época de los incas para calmar la sed.
Es importante mencionar que al interior del país, el tumbo también es conocido por los siguientes nombres: purocksha, tacso, tintin, trompos y curuba. Su crecimiento se da principalmente en suelos ubicados entre 1,000 a 3,500 m s. n. m. y prospera en temporadas húmedas y secas. La mayor producción de tumbo se da entre enero y marzo.
Tesoro agrícola
Este fruto –que proviene de la familia Passiflorace – es de tamaño mediano y de color amarillo verdoso por fuera, y su interior está compuesto por una pulpa naranja y agridulce con varias semillas. Su textura, aunque no igual, es muy parecida a la del maracuyá.
El tumbo se puede consumir crudo, pero también es posible procesarlo en mermeladas, jugos, licores y en algunas regiones es transformado en vino. En la gastronomía peruana, la esencia del fruto es utilizada para crear majestuosas salsas que acompañan potajes marinos como el Cebiche, el Tiradito y la Causa de trucha o de langostinos. En el mundo de la repostería, es empleado para crear muffins, queques, helados y mousse. De cualquier manera en que se consuma, inyectará en nuestro cuerpo una alta dosis de vitamina C: su más grande bondad (y por la que es uno de los frutos más buscados en el mercado local).
Beneficios para el organismo
Gracias a su poder vitamínico, es considerado como uno de los antioxidantes naturales más ricos que existen en el Perú, y compite por ingresar al podio que ocupan otros cítricos de similar valor como la naranja o el limón. Esta cualidad lo convierte en un insumo ideal para mantener la piel más saludable y protegida del daño celular que ocasionan los radicales libres, principales detonantes del estrés oxidativo, la aparición de manchas y el envejecimiento prematuro.
Es rico también en provitamina A o también conocida como betacaroteno, que además de ser un gran refuerzo a la hora de reparar los daños de la epidermis y tratar daños como la piel seca, psoriasis o eczemas, es un aliado fundamental para mantener o mejorar todo lo relacionado a la visión. Datos científicos señalan que es un agente maravilloso para evitar la degeneración macular y la aparición de las tan temidas cataratas.
Otra de las propiedades que posee es un antioxidante clave para mantener protegido el sistema inmunitario, lo que restringe la entrada de enfermedades virales en el organismo. En su ADN contiene también enzimas que estimulan la producción de plaquetas en la sangre, por lo que detiene las hemorragias y cicatriza rápidamente las heridas.
Las dolencias renales –como la aparición de cálculos u otros males urinarios– pueden ser tratadas con la ingesta del tumbo. Esta misma cualidad ayuda, además, a disminuir y prevenir dolores estomacales. Cabe destacar que es un fruto con bajo contenido calórico, motivo que lo hace el candidato ideal para acompañar dietas veganas o vegetarianas. En tanto, su contenido en fibra ayuda a mejorar el tránsito intestinal.
Uno de los minerales que destacan en la tabla nutricional y que es propiedad del tumbo es el calcio. Este ayuda a preservar y formar la buena salud del sistema óseo y de los dientes. Su correcto consumo permitirá que el ser humano se desarrolle y crezca saludable, en tanto que evita dolencias como la osteoporosis. Es reforzado, además, por la presencia del fósforo, que, entre sus cualidades, está la formación y reparación de los tejidos del organismo.
Fuentes: Minagri/ La República/ Vive Sano/ Trome/ Biblioteca Nacional de Medicina de los EE. UU.
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