Catalina Buendía: La heroína peruana que no conocías
Síguenos en:Google News
La mujer que sacrificó su propia vida para detener el avance del enemigo en una época crucial para la Historia del Perú. Conoce todo lo que se sabe sobre esta heroína iqueña, cuya historia se ha transmitido de generación en generación de forma oral.
Probablemente no muchas personas reconozcan el nombre de Catalina Buendía. Sin embargo, su historia es muy importante ya que es una de las heroínas peruanas de la que todos deberían hablar.
Existe muy poca información precisa acerca de Catalina Buendía. Todo lo que se conoce de ella es gracias a la tradición oral. Cuentan que nació y vivió en San José de Los Molinos, un pueblo a 12km al norte de Ica. La fecha es incierta, pero sí se la recuerda como una mujer que desde niña amó a su tierra y su país. Se dedicó al trabajo de la cosecha de algodón. Además, se casó con José La Rosa Pecho con quien tuvo un hijo, Hilario La Rosa Pecho.
UNA LIDERESA ORGULLOSA
Quienes la recuerdan indican que siempre destacó su liderazgo y su ánimo por hacerle frente a las injusticias. En las etapas finales de la Guerra del Pacífico, las fuerzas chilenas continuaban invadiendo territorios peruanos y, para llegar a la sierra peruana, era inevitable pasar por Ica, precisamente donde vivía Catalina.
Su espíritu luchador la llevó a liderar a su comunidad. Juntos, se encargaron de hacer pequeños fuertes, improvisar catapultas, cargar herramientas y costales, cavar zanjas, acumular piedras y todo lo que fuera necesario para poner al enemigo en desventaja.
Catalina organizó también a jóvenes y mujeres de la comunidad para que apoyen a los otros vecinos que se encontraban trabajando en las tareas para contrarrestar el avance del ejército chileno. Además, todas las herramientas y armas como escopetas, hondas o barretas (además de las que se construyeron en casa) fueron utilizadas para sumarse a la misma causa. Catalina gritaba: “¡No pasarán! ¡Viva el Perú!” mientras alzaba la bandera peruana. ¡Un orgullo!
En 1883, el día llegó y la caballería chilena apareció. Los recibieron piedras, escopetas y todo tipo de represión. Se desató una batalla que dejó muertos y heridos. Todos dieron todo de sí. Sin embargo, el batallón enemigo era numeroso y tenía una ventaja grande con sus armas. La derrota era inminente. Catalina Buendía no se quedó callada y, para evitar más pérdidas de los suyos, se acercó al líder chileno para ofrecer una tregua. Quería la paz.
LEGADO Y SACRIFICIO
Se cuenta que Catalina sonó tan convincente al ofrecer la paz que el líder chileno ordenó que bajen las armas. Sin embargo, no duró mucho y ordenó disparar a todos los sobrevivientes. Ante esta masacre, Catalina Buendía tuvo una última idea. Pretendiendo sentirse admirada por el logro chileno, le ofreció una chicha de jora de la victoria al enemigo. Para convencerlo, tomó un sorbo con mucha confianza ella misma. El militar chileno confiado también bebió y repartió a sus hombres. Pero, en cuestión de minutos, uno a uno fueron cayendo. ¡La chicha estaba envenenada!
Catalina Buendía se sacrificó para ponerle fin a los abusos enemigos del entonces ejército chileno que avanzaba violentamente por diferentes partes del Perú. Su vida merece ser contada en todos los libros de historia peruana.
Felizmente, su nombre suena cada vez más. Con el pasar de los años, su legado viene cobrando fuerza. En 1966, por ejemplo, el Instituto de Educación Superior Tecnológico Público de Ica lleva su nombre.
Lo más reciente