¿Dónde están los paisajes más increíbles que tiene el Perú?
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En una de sus más famosas composiciones, el cantautor chalaco Manuel Raygada Ballesteros se refiere a Perú, la hermosa tierra del sol, como un país poblado de ricas montañas, cumbres nevadas y hermosas tierras. Este poema convertido hoy en una suerte de segundo himno, es fácil de comprobar.
Tanto en costa, sierra y Amazonía, el Perú exhibe una infinidad de maravillosos lugares que inspiran tanto a viajeros como artistas.
A continuación, una recopilación de algunos escenarios deslumbrantes que sí o sí deberás conocer una vez que se reanude el tiempo de viajar.
Vinicunca. La también llamada “Montaña de los 7 colores” se ubica en la Cordillera de Vilcanota (a 5200 m s. n. m.), en el distrito de Pitumarca (Cusco).
Este destino sorprende por sus coloridas franjas (que dan el aspecto de un arcoíris), formadas –según los expertos– por la presencia de sedimentos fluviales, marinos y lacustres. Se cree que su belleza geográfica habría sido dejada al descubierto a causa del cambio climático, pues según los moradores del lugar, antes, la montaña era zona cubierta por nevados. De hecho, se encuentra muy cercana al imponente Ausangate, la quinta cumbre más alta del Perú.
Además, Vinicunca cuenta con una abundante fauna. Es hogar de zorrinos, perdices, huallatas, vizcachas, gatos salvajes, venados y cóndores.
Valle Geotermal de Géiseres. Se encuentra ubicado en el Área de Conservación Regional Vilacota-Maure, a cuatro horas de la ciudad de Tacna. El lugar –situado a una altura de 4300 m s. n. m. – cuenta con 85 impresionantes fuentes termales, que expiden chorros de agua que llegan a una temperatura de 180 °C.
Entre las más destacadas está el Ojo del Ángel, de grandes dimensiones y aguas de color naranja en los bordes y turquesa en el centro. También la Laguna Azul, géiser de generosa proporción –y de tono muy similar al cielo– que expulsa chorros de agua de 80 °C que dan como resultado una sábana de vapor parecida a un cúmulo de nubes.
Asimismo, es posible observar la enorme Olla del Diablo y sus potentes chorros de vapor. Dos de las fuentes admiten el acceso de los visitantes. Disfrutar allí de un relajante baño termal es una experiencia de otro planeta.
De camino al lugar, la imponente vista del volcán Yucamani es todo un deleite. Se recomienda acudir a este sitio entre abril y noviembre, cuando no es temporada de lluvia.
Nevado de Ausangate. Se alza a casi 6.000 m s.n.m., en el distrito de Ocongate (Cusco). Se trata de un destino imperdible para los amantes del deporte de aventura, como el trekking y el montañismo.
Los moradores de Cusco consideran a esta montaña un lugar de respeto y culto, ya que es el epicentro de una de las celebraciones más icónicas de la Capital del Imperio Incaico: la fiesta del Qoyllur Riti.
El año pasado, este nevado recibió el título de Área de Conservación Regional (ACR) Ausangate, con el cual se busca preservar sus más de 60 mil hectáreas de extensión, en las que también se encuentran otros deslumbrantes escenarios como el nevado de Quelccaya y la laguna de Sibinacocha.
Reserva Nacional Pacaya Samiria. Bautizada como la “Selva de los espejos”, se sitúa en la región Loreto, en plena Amazonía. Es reconocida por ser la segunda área protegida más extensa de toda la geografía peruana, con sus 2 millones 80 mil hectáreas. Es dueña de una maravillosa y exótica variedad biológica. En sus aguas, habitan especies en peligro de extinción, como el lobo de río y el lagarto negro.
También están los delfines de río, el mono maquisapa frente amarilla y el manatí. Asimismo, existe allí una sorprendente variedad de peces ornamentales.
El lugar cuenta con ocho espacios turísticos permitidos, desde donde los visitantes pueden apreciar la biodiversidad de esta zona.
Las Líneas de Nasca. Ubicadas en el departamento de Ica, es uno de los destinos más enigmáticos de todo el Perú. Se trata de un conjunto de 30 figuras aproximadamente, trazadas sobre el suelo, donde destacan los motivos animales y humanoides, cuyos tamaños oscilan entre los 100 y los 300 metros.
Según estudios realizados por la arqueóloga María Reiche, esta composición habría sido empleada por los antepasados como una suerte de calendario lunar y solar. Para ser vista en su máximo esplendor, es necesario avistarla desde una avioneta.
Fuente: Andina/ El Comercio/ RPP/ BBC
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