Tilsa Tsuchiya: Mujer clave de la Historia del Arte en el Bicentenario
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Aparecerá en el billete de 200 soles de la nueva colección de diseños del Banco Central de Reserva. Es autora de obras como El Mito del Guerrero Rojo y El Mito de la Mujer y el Viento. Fue amiga cercana del poeta José Watanabe, del artista Lorenzo Osores y del galerista Rafael Lomor. Hoy hacemos un repaso por la vida y obra de Tilsa Tsuchiya, la artista más destacada del siglo XX peruano.
Originalidad, talento, estilo, son las cualidades que enumeran algunos de quienes la recuerdan en vida. Fue autora de menos de 200 cuadros hasta que la muerte se la llevó prematuramente a los 55 años, en 1985.
Tilsa Tsuchiya fue producto del mestizaje que caracteriza al Perú. Su padre, Yoshigoro Tsuchiya, llegó al Perú en 1905, y su madre, María Luisa Castillo, era descendiente de chinos. Nació en Supe, Lima, el 24 de septiembre de 1928 y mostró vocación por el arte desde niña.
En 1947, ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes -de la que se retiró dos años más tarde para retomar su carrera en 1954- donde fue alumna de Carlos Quízpez-Asín, de quien aprendería la rigurosidad de las formas geométricas, y a Ricardo Grau, de quien asimiló la disciplina.
En efecto, la obra de Tilsa sería particularmente impresionante. “Su pintura es una especie de surrealismo, casi indigenista por momentos, crea mitos y personajes fantásticos sin dejar de lado la indudable influencia de la cultura peruana y japonesa de sus ancestros”, dice sobre ella Álvaro Roca Rey, director cultural del ICPNA.
UNA CARRERA CORTA PERO LLENA DE RECONOCIMIENTO
En los poco más de veinte años que duró su carrera artística, Tilsa tuvo una producción llena de reconocimientos. Aún estando en la escuela, fue segundo puesto del Premio del Salón Municipal. Posteriormente, en 1959, fue condecorada con la Medalla de Oro de la Escuela de Bellas Artes, así como el Premio Especial, por haber obtenido la nota más alta de su promoción. Luego de graduarse, Tsuchiya inauguró su primera exposición individual en el Instituto de Arte Contemporáneo.
Durante los años 60, se instala en París, donde estudia Grabado, en la École des Beaux-Arts, e Historia del Arte, en La Sorbona. Fue parte de la generación de artistas y pensadores que derivaría en el Mayo de 1968, aunque ella no participó directamente, pues regresaría a Lima en 1966. Sin embargo, la influencia social y filosófica de su tiempo en Francia impregnaron sus cuadros e iconografía.
A su regreso a Lima, en 1969, recibió el Premio Francisco Lazo por los 50 años de la Escuela Nacional de Bellas Artes y al año siguiente, en 1970, ganó el Premio Teknoquímica, que la consagró como artista y la principal referencia artística del Perú. A finales de la década, en 1979, representó al Perú en la XV Bienal de São Paulo.
Tsuchiya falleció el 23 de septiembre de 1984, habiendo dejado tras de sí una producción que incluye cuadros con una verdadera iconografía mítica, mística y llena de erotismo sublime, entre las que se encuentran Cementerio (1957), Tristán e Isolda (1974), Mito del guerrero rojo (1976), Pelícano (1978) y Mujer y mono (1979). En ellos experimentó con diversas técnicas, logrando una perfección y sutileza tanto en su trazo como en sus colores y gamas cromáticas.
LA MUJER DETRÁS DE LA ARTISTA
De acuerdo con la periodista Verónica Ramírez, Tsuchiya “quiso estudiar piano y medicina, quiso aprender a cocinar y ser ama de casa, pero un día vio una reproducción de un cuadro de Rembrandt y tomó una decisión: “Yo quiero ser Rembrandt”, dijo convencida”.
Si bien actualmente el nombre Tilsa es bastante común, en su momento, era un nombre inventado, inspirado en Tirzah, hermana de Ben-Hur en la novela de Lewis Wallace. Una marca de nacimiento que la llevó a una originalidad que la acompañó toda su vida.
Durante los años que dejó la Escuela de Bellas Artes, a causa de la enfermedad y muerte de su madre, primero, de su padre después, comprendió que “El dolor no se cuenta, se pinta”. En ese tiempo, tuvo al primero de sus dos hijos y se dedicó a su negocio de vidros y enmarcados junto con su hermano Wilfredo, en la avenida Petit Thouars. Pero en sus ratos libres copiaba cuadros.
A pesar de que tenía fama de ser una hermética y solitaria, ella misma desmintió ese mito. “Yo tengo muchos amigos, me traen flores, me llaman por teléfono, yo creo en la amistad”, dijo en una entrevista con Ramírez Ruiz, en 1975. Fue amiga del poeta José Watanabe y del artista Lorenzo Osores, con quienes mantuvo amistad toda su vida.
Tilsa ilustró el poemario Noé delirante, de Arturo Corcuera. Lograba mantenerse como artista en una época difícil, gracias a que tenía amigos cercanos. Rafael Lemor, dueño de la galería Camino Brent, por ejemplo, confiaba tanto en su talento que le compraba los cuadros en blanco, confiando en que lo que le presentara sería una obra de gran calidad.
Al final de su vida Tilsa devolvió unos libros a Watanabe. Uno de ellos tenía un separador en un haiku que subrayó con un lápiz. “Luego de haber visto la luna / dejo esta vida / con su bendición”. Falleció a los 55 años víctima de un cáncer.
Tilsa será inmortalizada en el nuevo billete de 200 soles, no solo como una gran artista, sino como una mujer clave de la Historia del Arte peruano, de nuestro mestizaje y del talento y pujanza que tenemos los peruanos, sin importar nuestro origen.
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