Chicha de Jora: conoce la historia de la bebida favorita de los Incas
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En quechua es llamada Aqha y es considerada una bebida sagrada para los Incas. La Chicha de Jora ha trascendido con el pasar de los años para convertirse, además, en un ingrediente crucial en la escena culinaria peruana.
Derivado del maíz, este elixir de sabor agridulce acompañó desde tiempos inmemoriales las ceremonias andinas.
Origen azaroso
Para hablar de la Chicha de Jora hay que retroceder aproximadamente 3000 años, periodo en el cual se habría iniciado su consumo ancestral.
Existe una leyenda posterior que dice que, entre los años 1456 y 1461, cuando el Imperio Incaico estaba bajo el dominio del Inca Túpac Yupanqui, una temporada de intensos aguaceros golpeó duramente las tierras, dejando en ruinas las viviendas y estropeando una considerable cantidad de alimentos.
Entre ellos, figuraba el maíz. La lluvia habría inundado los silos en los que este era guardado, de modo que la cosecha quedó arruinada por completo. Debido a este hecho, los granos no tardaron en fermentarse y dar como resultado la malta de maíz. Su olor era intenso y poco agradable por lo que se pensó en desecharla.
Sin embargo, cuentan que un indígena, desesperado por la sed, probó aquel jugo de maíz. No solo quedó saciado, sino ligeramente embriagado. Así fue como se difundió el poder de la Chicha de Jora.
Gusto imperial
El rumor llegó rápidamente a los oídos del Inca y a las élites que lo acompañaban. La preparación de la Chicha se perfeccionó y se convirtió en el néctar favorito de la nobleza, así como una bebida de uso religioso.
Una muestra de ello es su papel en la celebración del Inti Raymi, la fiesta más grande del Cusco. Aquí, la Chicha de Jora es consumida por el Inca después de hacer la reverencia al Dios Inti (el Dios Sol).
Este elixir también tuvo una connotación histórica durante el periodo de la Conquista. Cuenta la historia que Atahualpa, considerado el último Inca, ofreció al sacerdote español Vicente de Valverde un vaso de oro que contenía la malta de maíz. Al percatarse de su olor, el europeo rechazó este ofrecimiento pensando que había interés de envenenarlo.
Relevancia en la actualidad
La Chicha de Jora todavía tiene un carácter religioso para algunas comunidades andinas. Con ella, los pobladores rinden tributo a los Apus (las montañas sagradas) y a la Pachamama (la madre tierra) para agradecerles por las bondades otorgadas a su pueblo.
En el departamento de Piura, existen pequeños espacios donde es ofertada. Para reconocer el lugar de su venta, los dueños colocan banderines blancos.
En la gastronomía peruana, un chorrito de Chicha le da el toque de sabor al Adobo arequipeño, al Seco de cordero, entre otros muchos platos.
Preparación
Pon a remojar durante media hora 1 kilo de maíz de jora en agua tibia. Al cumplirse el tiempo indicado, sustituye el agua usada por nueva y deja que los granos sigan remojándose por 30 minutos más.
Luego, cuela el maíz y hiérvelo en tres litros de agua, a fuego lento y durante ocho horas. Es necesario que remuevas de rato en rato. Al ver que el agua entra en ebullición, añade un chorro de agua tibia.
Es importante no dejar que el maíz se achique.
Enseguida, añade ½ kg de azúcar rubia y ½ tapa de chancaca. Deja que se enfríe. Después, coloca la Chicha en recipientes o vasijas y cúbrelas con un elemento que permita la filtración de aire. Permite que repose durante ocho días.
Paciencia, el resultado valdrá la pena.
Una vez cumplida la fecha, destapa el fermento y extrae la espuma formada. Cuela todo y pon más azúcar. ¡Listo! Esta Chicha de Jora tiene un 3% de alcohol aproximadamente, el promedio necesario para cualquier celebración moderada.
El dato:
En general, la Chicha es una de las bebidas naturales más populares del Perú. Existen diversos insumos para prepararla de acuerdo con la región.
Según el Instituto Le Cordon Bleu, en el norte de Perú, el protagonista de este fermento es el algarrobo. En la selva, el insumo para la Chicha es la yuca. Mientras que en la sierra, además del maíz, se emplean semillas como la quinua y la cañigua, o incluso la oca y el chuño.
Fuente: Instituto Le Cordon Bleu/ Red Bus